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CUARTA
BIENAVENTURANZA
Dr. Rafael Ruiz
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
pues ellos serán saciados.”
Mateo 5:6
Como buen originario de Oriente Medio, Jesús hace aquí un uso inteligente del lenguaje metafórico.
Hablar de aquellos que tienen “hambre y sed de justicia” es utilizar palabras arraigadas a necesidades físicas para describir realidades espirituales.
En el tiempo de Jesús, las personas sabían perfectamente y de manera personal lo que era el hambre implacable y la sed que pone en peligro la vida.
Jesús no dice “Bienaventurados los que viven en justicia y mantienen un estilo de vida correcto” sino que afirma “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia”. Los bienaventurados no son aquellos que consiguen, sino aquellos que continúan cueste lo que cueste en su peregrinación hacia una justicia más perfecta.
La palabra en hebreo es sědāqâ y en griego dikaiosynē. En hebreo se refiere a un término absoluto que denota una relación y no a una norma ética absoluta.
En la literatura bíblica se puede referir a diferentes conceptos. En primer lugar, alude a los poderosos hechos históricos de Dios para salvar.
“»Oh pueblo mío, ¿qué te he hecho?
¿Qué he hecho para que te canses de mí?
¡Contéstame!
Yo te saqué de Egipto
y te redimí de la esclavitud.
Envié a Moisés, a Aarón y a Miriam para ayudarte.
¿No te acuerdas, pueblo mío,
cómo el rey Balac de Moab intentó que te maldijeran
y cómo, en lugar de eso, Balaam hijo de Beor te bendijo?
Recuerda tu viaje de la arboleda de Acacias[a] a Gilgal,
cuando yo, el Señor, hice todo lo posible
para enseñarte acerca de mi fidelidad».”
Miqueas 6:3-5
En segundo lugar, la justicia está relacionada con lo declarado justo. Esto lo podemos ver en Mateo 5:6, donde no se piensa en aquellos que se esfuerzan siempre por la perfección moral sino en aquellos que ansían que la sentencia judicial de Dios los declare justos.
“Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti.
Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo; he aquí que yo cimentaré tus piedras sobre carbunclo, y sobre zafiros te fundaré.
Tus ventanas pondré de piedras preciosas, tus puertas de piedras de carbunclo, y toda tu muralla de piedras preciosas.
Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos.
Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión, porque no temerás, y de temor, porque no se acercará a ti.
Si alguno conspirare contra ti, lo hará sin mí; el que contra ti conspirare, delante de ti caerá.
He aquí que yo hice al herrero que sopla las ascuas en el fuego, y que saca la herramienta para su obra; y yo he creado al destruidor para destruir.
Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová. “
Isaías 54:10-17
La justicia de Dios y su reino judicial es el pacto de fidelidad del Señor con su pueblo. Él nos justifica y nos salva.
En tercer lugar, es una respuesta humana al veredicto de inocente/justo que se recibe como don de Dios. Este regalo de indecible misericordia requiere que el fiel responda.
“Me vestía de justicia, y ella me cubría;
Como manto y diadema era mi rectitud.
Yo era ojos al ciego,
Y pies al cojo.
A los menesterosos era padre,
Y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia.”
Job 29:14-16
La rectitud que Job reclama para si, son los altos compasivos hacia los débiles y vulnerables, y no una aplicación objetiva de la ley.
Isaías describe al siervo suficiente en estos términos: “No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia.” Isaías 42:3
La naturaleza de la justicia que este siervo de Dios único ha de demostrar, consistirá en hechos compasivos a favor de los quebrantados y azotados.
“¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año?
¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?
Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.”
Miqueas 6:6-8 nos dice cómo debería responder el pueblo. La forma en que Dios los trató estando en necesidad es el modelo de cómo deben comportarse con los demás.
“hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas.
Mirad que no os engañe Ezequías diciendo: Jehová nos librará. ¿Acaso libraron los dioses de las naciones cada uno su tierra de la mano del rey de Asiria?
¿Qué dios hay entre los dioses de estas tierras que haya librado su tierra de mi mano, para que Jehová libre de mi mano a Jerusalén?”
Isaías 36:17, 18, 20
Dónde se mantiene la justicia y la paz, aun los animales domésticos son libres.
La bienaventuranza concluye: “porque ellos serán saciados”.
Dios es quien los satisface. Para muchos esto puede ser una idea extraña. Lo que la gente entiende por justicia no es más que una adhesión a la norma ética. La persona que guarda la ley, sigue los principios aceptados de la sociedad y tiene una vida personal nominal, se sentirá satisfecho y será respetado por la comunidad. Sin embargo, si la justicia describe la relación concedida como regalo de Dios que trae paz, entonces sólo Dios puede satisfacer el anhelo por esa justicia.
Sědāqâ (justicia) es sin duda el más elevado valor de la vida y,
si está en orden, sobre ella descansamos.
Tema: Las Bienaventuranzas | Por: Dr. Rafael Ruiz
