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TERCERA

BIENAVENTURANZA

Dr. Rafael Ruiz

Tercera Bienaventuranza

 

“Bienaventurados los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad”

Mateo 5:5

 

    Jesús se identificó como profeta y como tal lo tuvieron muchos. Cualquier profeta de Israel que hablase de “la tierra” tenía un significado principal en mente. Se está refiriendo a la tierra santa de Israel (Palestina). El término griego para tierra es ‘ge’ que en el antiguo testamento traduce la palabra ‘arez’ más de dos mil veces.

 

En la literatura bíblica, ‘ge’ se utiliza para referirse a:

 

  • Tierra en general

  • La tierra de la promesa

  • La tierra habitada

  • La tierra como teatro de la historia

 

   El término que empleó Jesús al referirse a “la tierra” es ‘eres’ y se refiere a la tierra de la promesa. Aquí el Maestro está citando y haciendo una revisión del Salmos 37:

 

“Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.

 

Pero los mansos heredarán la tierra,

Y se recrearán con abundancia de paz.

 

Los justos heredarán la tierra,

Y vivirán para siempre sobre ella.”

 

    No se trataba de Roma ni de los revolucionarios Zelotes. No se trataba de quienes de la descendencia racial de un patriarca en particular. Jesús nos está diciendo que los mansos han ganado y el premio especial de su herencia es la tierra prometida a Abraham.

 

    Cuando la historia se repitió más allá de los confines de su auditorio original, obtuvo un significado más amplio, no cabe duda de que para los judíos y los gentiles “la tierra” significaba toda la tierra, pensando en la totalidad del mundo creado.

 

Pero, ¿quiénes son los mansos?

 

    Jesús utilizó la palabra en hebreo / arameo ’ani’ que tiene que ver con la obediencia a la hora de aceptar la dirección de Dios. Ser manso es buscar a Dios con humildad. Es no ser ni atrevidos ni tímidos.

 

    El significado hebreo de la palabra manso nos dice que aceptemos las directrices de Dios y que sigamos su voluntad con toda obediencia.

 

    En el Talmud Babilónico, los primeros rabinos palestinos debatieron sobre las razones para la destrucción de los dos templos. Rabbi Johanan se expresó así: “¿Cuál fue la causa de la primera destrucción de Jerusalem? La idolatría. ¿Y de la segunda? El odio sin causa…” Y sigue explicando que el odio sin razón “es más grave que la idolatría”. Ese mismo enfado sin motivo es exactamente lo opuesto a la mansedumbre de la que habla Jesús.

 

Pero, ¿qué ocurre con el enojo justificado? En Habacuc 1:7 se nos describe el terrible poder de los caldeos: “Formidable es y terrible; de ella misma procede su justicia y su dignidad.”

 

Los caldeos crearon su propia justicia y para el profeta esto era algo terrible. Sólo Dios es quien determina la justicia y le da autenticidad objetiva.

 

Cuando los fieles utilizaron la vara de Dios para mostrar la justicia e identificaron lo que es injusto según el nivel, su enfado fue cien por cien justificado.

 

¿Lucha usted por la justicia de Dios o por la suya?

 

Si lo realiza por Dios y solamente por Él, usted será un manso y heredará la tierra. Entonces sólo entonces podrá exclamar:

 

“¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!”

Romanos 11:33

 

Tema: Las Bienaventuranzas | Por: Dr. Rafael Ruiz

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